Imagino a nuestro Padre celestial, ya exhausto y medio desilusionado, después del séptimo día de la magnífica creación del universo, con una Eva y Adán, la serpiente, la manzana y el pecado original. Caín y Abel matándose por la herencia, Lucifer metiendo la maldad por todo lugar, los precios y el dólar que no bajan. Vio con su sabiduría infinita que necesitaba de la ayuda de alguien y se dispuso a crear dos nuevo seres: tomó unas gotas de amor, abnegación y agradecimiento, les agregó bondad y brillantes, y un chorro de ubicado, único y útil, además de educado, experto y eterno; un poco de laborioso, lenguaraz y libre; una pizca de obediencia, optimismo y obsesión , y por último un buen poco de sabiduría, sagacidad y mucho sacrificio. Mezcló todo y con las primeras letras de cada elemento o virtud le salió y formó la palabra ¡Abuelos! y así los llamó y los mandó a salvar el mundo. Como premio les regaló el amor de esas “joyitas” llamadas Nietos, para que los malcríen y los amen, más que a sus propias vidas ¡Feliz día abuelos felices! Y que cuando haya una necesidad, que existan unos buenos abuelos que puedan ayudar y nosotros sepamos agradecerles.
Francisco Amable Díaz
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